The Moral Economy

¿Por qué fracasan a menudo las políticas y prácticas comerciales que ignoran el lado moral y generoso de la naturaleza humana?
¿Debería la idea del hombre económico -el Homo economicus amoral y egoísta- determinar cómo esperamos que la gente responda a las recompensas monetarias, los castigos y otros incentivos? Samuel Bowles responde con un rotundo "no". Las políticas que se derivan de este paradigma, muestra, pueden "desplazar" los motivos éticos y generosos y, por lo tanto, resultar contraproducentes.

Pero los incentivos per se no son realmente los culpables. Bowles muestra que el desplazamiento ocurre cuando el mensaje transmitido por las multas y las recompensas es que se espera el interés propio, que el empleador piensa que la fuerza laboral es floja o que no se puede confiar en que el ciudadano contribuya al bien público. Utilizando estudios de casos históricos y recientes, así como experimentos de comportamiento, Bowles muestra cómo los incentivos bien diseñados pueden amontonarse en los motivos cívicos de los que depende el buen gobierno.